EL QUESO: ORÍGENES - HISTORIA

 

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EL QUESO


El queso es un alimento sólido que se produce a través de la coagulación de la leche, proceso que consiste en convertir el líquido en una cuajada después de quitarle el suero. Para ello se puede utilizar cuajo animal, vegetal o de origen microbiano. El posterior proceso de maduración es lo que concede a cada tipo de queso sus propias características y propiedades.

Según su tiempo de maduración, la normativa (Real Decreto 1113/2006, de 29 de febrero de dicho año), diferencia diferentes clases de quesos como el fresco (con un alto contenido en agua, está dispuesto para el consumo al finalizar su fabricación y hay que conservarlo refrigerado); el queso blanco pasteurizado, (cuyo coágulo obtenido se somete a un proceso de pasteurización; es muy similar al queso fresco); y el queso madurado, (el cual, tras su elaboración debe estar durante cierto tiempo a una temperatura y en condiciones concretas para que se produzcan los cambios físicos y químicos que lo hacen diferente. (Puede ser tierno, semicurado, curado, viejo y añejo).

A la hora su comercialización, aquellos tipos de quesos que posean marca diferenciada, (como la Denominación de Origen Protegida) irán acompañados de ella, como queso Manchego, queso Idiazábal, queso Camerano, etc.

En el caso en el que no estén amparados bajo un marchamo de calidad oficial, el nombre “queso” tendrá que ir acompañado de una serie de “apellidos” o términos que describirán su entidad.

Cada año el 27 de marzo se celebra el Día Mundial del Queso. Este día tiene como objetivo poner de relieve el valor de la tradición del queso y su importancia tanto en la gastronomía como en el mundo rural.

Orígenes del queso: 

Los orígenes del queso se remontan a hace más de 6.000 años, y están asociados a la domesticación de la oveja. Aunque se desconoce con exactitud, se cree que el primer queso se habría hecho en Oriente Medio por accidente al conservar leche en un recipiente fabricado con un estómago de cordero. El cuajo del estómago junto con una elevada temperatura habría causado la coagulación de la leche separándola en el suero y la cuajada, y dando lugar al primer queso de la historia. Otros posibles orígenes serían la aplicación de sal a la leche cuajada para su conservación, o la adición de jugos de frutas ácidas a la leche que llevarían a su coagulación.

Independientemente de su origen, el queso permitiría conservar la leche y almacenarla para las épocas de escasez, pero además haría tolerable su consumo a los habitantes de Oriente Medio que en esa época eran intolerantes a la lactosa, ya que al extraer el suero de la cuajada se escurre la mayor parte de la lactosa. Desde Oriente Medio se habría introducido el proceso de elaboración del queso a Europa, donde las diferencias climáticas permitirían reducir la cantidad de sal para su conservación y llevarían al crecimiento de diferentes bacterias y mohos que dan los distintos sabores característicos a los quesos.


Los hallazgos arqueológicos más antiguos han sido hallados en el Antiguo Egipto. Donde se cree que se elaboraban quesos frescos similares al requesón, batiendo leche, almacenándola en sacos de piel de cabra y filtrándola en esteras de caña. Cuna de su origen también fue la Antigua Mesopotamia donde fue encontrada la ‘La Lechería’. Un friso sumerio del templo de la diosa de la vida Ninhursag que muestra detalladamente las fases de producción de queso, desde el ordeño, el batido y el filtrado hasta el almacenaje.

El queso también tiene un gran protagonismo en recetas y postres muy preciados en la Antigua Grecia. Donde no se comía solo, sino mezclado con harina, miel, aceite, pasas y almendras. Pero, fue la Antigua Roma, quien catapultó su popularidad hasta límites insospechados. Los antiguos romanos consumían queso, sobre todo de cabra, prácticamente a diario y lo condimentaban con tomillo, pimienta, piñones y otros frutos secos. Su proceso de elaboración era muy similar al que utilizamos en la actualidad y fue este el que se extendió en todos los confines del Imperio.

Con la expansión del Imperio Romano las técnicas de elaboración del queso se extendieron por gran parte de Europa, llegando a regiones que desarrollaron sus propias técnicas locales. Esto mismo ocurrió durante su declive. Cuando los pueblos bárbaros extendieron sus técnicas queseras por los territorios que iban invadiendo. Los vikingos propiciaron que los conocimientos de los queseros fueran transmitidos a los países Bálticos, Inglaterra y Normandía y, posteriormente, las cruzadas establecieron una conexión entre Bizancio (parte oriental del Imperio Romano) y las culturas árabes con Europa Occidental, que intercambiaron sus conocimientos sobre queso.

A finales de la Edad Media, con el auge del comercio y el aumento de la población urbana, el queso se convirtió en un producto importante para la economía. Así empezó a desarrollarse el comercio internacional, que culminaría con las nuevas rutas que trajo el descubrimiento del Nuevo Mundo. En las que el queso fue una de las mercancías que se comercializaban.

En el siglo XIX, el queso se convierte en un producto indispensable en las mesas más refinadas. Por ello, Suiza abrió la primera fábrica para la producción industrial de queso en 1815. Sin embargo, fue en Estados Unidos donde la producción quesera tuvo un éxito rotundo. Los orígenes de su producción a gran escala tienen nombre y apellidos, Jesse Williams. Este granjero de Rome (Nueva York) empezó a fabricar queso, creando una cadena de colaboración con las granjas cercanas para que le dejaran utilizar su leche. Esta asociación de granjas fue un factor clave en la industria quesera estadounidense y continuó siéndolo durante décadas.

El 20 de abril de 1864 ocurrió algo que cambiaría toda la industria. El químico francés, Louis Pasteur, junto a su colega, Claude Bernard descubrieron la técnica de la pasteurización, que permitía reducir los agentes infecciosos que pudiera tener la leche. Este gran avance hizo posible que se mezclase leche de distinta procedencia y rebaños de animales para obtener un producto homogéneo, disminuyendo considerablemente el riesgo de aparición de organismos que pudieran estropear el proceso.

Historia del queso en España

El queso español forma parte de una larga tradición y su historia sigue la del país con especial influencia de los celtas, romanos, árabes, de monasterios…

Numerosas piezas arqueológicas descubiertas en España, que datan de la Edad del Bronce, confirman que las técnicas de elaboración del queso español estaban muy desarrolladas. El Museo Arqueológico Nacional de Madrid exhibe un colador que data del año 2.000 a.C. cuya procedencia no ha sido identificada. Las excavaciones también han desenterrado utensilios, cerámica y otras herramientas que se usaban para hacer queso en España. La región de La Mancha cuenta con varios yacimientos de la Edad del Hierro y del Bronce, donde se han descubierto fragmentos de utensilios utilizados en la fabricación del queso español, así como restos de ovejas.

Recientes excavaciones han puesto al descubierto pequeñas estatuas que representan vasos y fragmentos de espumaderas de cerámica que, según los expertos, podrían haber sido utilizadas para hacer queso. En la región de La Mancha, el hombre ha cazado y capturado ovejas salvajes desde el Cuaternario. La leche era tan rica que una pequeña cantidad era suficiente para hacer queso.

Hay muchos indicios de que fueron los celtas quienes perfeccionaron las técnicas de elaboración del queso en España, especialmente en los Pirineos, Cantabria y Galicia. El queso español todavía era muy primitivo y necesitaba ser consumido rápidamente. Se puede certificar que, hasta la invasión romana, la cuajada se extraía y luego se colocaba en vasijas perforadas para obtener un drenaje natural. Uno de los sistemas para conservar el queso consistía en enterrarlo bajo las cenizas de determinadas maderas, para crear una capa de protección. Pero fue sin duda el descubrimiento de la sal lo que permitió conservar el queso durante más tiempo.

En 1273, el rey Alfonso X el Sabio creó el Concejo de la Mesta, que agrupaba a todos los pastores de León y de Castilla en una asociación ibérica y otorgándoles importantes prerrogativas y privilegios tales como eximirlos del servicio militar y de testificar en los juicios, derechos de paso y pastoreo. Este consejo sirvió también para propagar las diferentes técnicas de elaboración del queso en España. En esta época, los monasterios comenzaron a producir muchas nuevas variedades de queso. El Camino de Santiago, sembrado de monasterios a lo largo de su recorrido, supuso un auténtico escaparate del queso español en toda su diversidad. El queso español viajó con los peregrinos a muchos rincones de la Vía Láctea…

Recopilación de Francisco J. Jiménez Vázquez - Huelva

Fuentes: 

Los españoles y el queso. Artículo periodístico de Héctor Sainz

Quesos de España. Tradición, innovación y calidad diferenciada. Artículo de Ángel Marques de Ávila.
https://www.anchoasdeluxe.com/es

https://xn--quesosdeespaa-tkb.es/

https://www.escueladesarts.com/
https://efeagro.com/
https://www.mundoquesos.com/
https://www.quesodeovejazacatena.com/
https://www.mapa.gob.es/



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